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AUTOEXIGENCIA DISFRAZADA DE FORTALEZA: LA TRAMPA DEL "YO PUEDO CON TODO”

  • actymente
  • 31 may
  • 2 Min. de lectura

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Vivimos en una cultura que aplaude la autosuficiencia, la productividad y la fortaleza como virtudes. Pero muchas veces, detrás del “yo puedo con todo”, se esconde una herida, una necesidad de validación, una coraza emocional que grita en silencio: “no me puedo permitir fallar”.


Cuando la exigencia se disfraza de fortaleza


La autoexigencia extrema no es lo mismo que la disciplina o la motivación. Es una forma de relacionarnos con nosotras mismas desde el juicio, la presión y la falta de compasión. Es exigirse estar bien, rendir, cuidar, lograr, sostener… incluso cuando una parte interna solo quiere descansar, llorar o pedir ayuda.

Quien vive desde esta trampa suele:

  • Sentirse culpable por descansar.

  • Tener dificultades para delegar o pedir ayuda.

  • Exigirse perfección en todo lo que hace.

  • Minimizar sus logros y enfocarse en lo que “falta”.

  • Sentir que su valor está en lo que produce o logra.


¿De dónde viene esta autoexigencia?


Muchas veces, esta actitud se construyó en la infancia o adolescencia como una forma de supervivencia emocional. Tal vez aprendimos que teníamos que ser fuertes, responsables o “buenas” para recibir amor, reconocimiento o evitar conflictos.

Así, la autoexigencia se convierte en una coraza invisible, un mecanismo de defensa que nos impide mostrarnos vulnerables… pero también nos aleja de nuestra autenticidad y bienestar.


El alto coste del “yo puedo con todo”

A corto plazo, la autoexigencia puede darnos resultados. Pero a largo plazo:

  • Aparece el agotamiento emocional.

  • Se instala una sensación constante de insatisfacción.

  • Nos volvemos rígidas, desconectadas del disfrute.

  • Las relaciones se resienten (porque siempre estamos “haciendo”).

  • Perdemos contacto con nuestras verdaderas necesidades.

Y lo más importante: vivimos bajo la presión de una versión de nosotras que no admite errores, límites ni descanso.



¿Cómo empezar a soltar esta trampa?

1. Pregúntate: ¿desde dónde estoy haciendo esto?

¿Desde el deseo o desde la obligación? ¿Desde el amor o desde el miedo a no ser suficiente?

2. Date permiso para no poder

Reconocer que no puedes con todo no es rendirse, es humanizarte. Es darte espacio para ser cuidada, sostenida y comprendida.

3. Baja el volumen al juicio interno

Detecta tu voz autoexigente. ¿Qué te dice? ¿Cómo te habla? ¿Cómo sería responderle con una voz más amable?

4. Rodéate de personas que no te exijan ser fuerte todo el tiempo

El entorno también puede sostener la exigencia. Busca espacios donde puedas ser tú sin tener que demostrar nada.

5. Explora el origen con acompañamiento terapéutico



La raíz de la autoexigencia está profundamente ligada a heridas emocionales. La terapia te ofrece un espacio seguro para comprenderlas y transformarlas.


Ser fuerte no es cargar con todo, es saber cuándo parar

La verdadera fortaleza no está en resistirlo todo, sino en saber pedir ayuda, en escucharte, en reconocer tus límites sin culpa.

No necesitas demostrar tu valor. Tu valor no está en lo que haces, sino en quien eres.

 
 
 

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