¿REACCIÓN O PROTECCIÓN? CÓMO SABER SI ESTÁS ACTUANDO DESDE UNA HERIDA
- actymente
- 31 may
- 2 Min. de lectura

Hay momentos en los que nuestras respuestas emocionales parecen desproporcionadas: nos molestamos más de la cuenta, evitamos una conversación importante o nos encerramos sin saber por qué. En realidad, muchas de esas reacciones no nacen del presente, sino de heridas emocionales no resueltas.
¿Qué significa actuar desde una herida?
Actuar desde una herida es responder a una situación actual como si estuviéramos reviviendo una experiencia pasada. Es cuando el cuerpo y la mente reaccionan con intensidad porque reconocen, de forma inconsciente, un peligro familiar. Aunque la situación no sea realmente amenazante, nuestro sistema emocional entra en modo defensa.
Por ejemplo:
Alguien no contesta un mensaje → sentimos rechazo profundo → “no soy importante”.
Una crítica leve → nos hace sentir atacados → “nunca soy suficiente”.
Nos piden ayuda → nos sentimos explotados → “se aprovechan de mí”.
En estos casos, no estamos respondiendo al presente, sino a un eco del pasado.
Señales de que estás actuando desde una herida
Tu emoción es intensa o desbordante comparada con la situación.
Sientes la necesidad de defenderte, huir o atacar de inmediato.
Aparece una sensación de urgencia o descontrol.
Piensas en blanco y negro: “si no me dice esto, no me quiere”.
Tu reacción te deja con culpa, vergüenza o agotamiento emocional.
¿Reacción o protección?
Es importante entender que toda reacción desde una herida es una forma de protección emocional. El problema no está en sentir, sino en no ser conscientes de lo que nos activa.
Cuando no reconocemos nuestras heridas:
Repetimos patrones una y otra vez.
Dañamos relaciones que nos importan.
Nos autoexigimos o saboteamos sin saber por qué.
¿Cómo empezar a responder, en lugar de reaccionar?
El objetivo no es dejar de sentir, sino aprender a pausar y elegir nuestra respuesta. Aquí algunas claves:
1. Hazte la pregunta clave:
¿Esta emoción pertenece al presente o al pasado?Este simple cuestionamiento puede ayudarte a tomar distancia y observar si estás actuando desde un recuerdo emocional.
2. Regula antes de interpretar
No intentes entender tu emoción en plena activación. Primero respira, camina, llora si lo necesitas. Cuando el cuerpo se calma, la mente se aclara.
3. Identifica la herida original
¿Cuál es la creencia profunda que se activa? “No valgo”, “Me van a abandonar”, “No me tienen en cuenta”… Reconocer esta raíz es el primer paso para sanar.
4. Busca acompañamiento terapéutico
Algunas heridas son tan antiguas y profundas que necesitamos un espacio seguro para transitarlas. La terapia puede ayudarte a comprender y transformar tus respuestas.
Sanar no es dejar de sentir, es aprender a responder con consciencia
Cuando tomamos conciencia de nuestras heridas, dejamos de usarlas como excusa para herir a otros o a nosotros mismos. Empezamos a elegir desde un lugar más libre, más auténtico y más conectado con quienes realmente somos.
No se trata de perfección, sino de presencia.
Comentarios