EL ORIGEN DE SER CONTROLADOR/A: UNA MIRADA DESDE LA INFANCIA
- actymente
- 29 jun 2024
- 3 Min. de lectura

En mi práctica psicológica, a menudo nos encontramos con personas que muestran una gran necesidad de control. Este comportamiento, lejos de ser una simple característica de la personalidad, suele tener raíces profundas en experiencias y traumas vividos durante la infancia.
La Infancia y el Nacimiento de la Necesidad de Control
La infancia es una etapa crítica donde se forma la base de nuestra personalidad. Durante este periodo, las experiencias de abandono, rechazo o falta de seguridad pueden generar profundas heridas emocionales. Un niño que no recibe el cuidado, la atención y el amor necesarios, a menudo desarrolla mecanismos de defensa para lidiar con estos sentimientos de inseguridad y vulnerabilidad.
Cuando un niño enfrenta situaciones donde se siente desprotegido o ignorado, puede desarrollar una necesidad de control como un medio para crear una sensación de seguridad. Esta necesidad de controlar su entorno y las personas que lo rodean es una forma de mitigar la incertidumbre y el miedo. Al controlar, el niño siente que puede prevenir el dolor y la decepción que ha experimentado en el pasado.
Las Defensas del Falso Yo
A medida que estos niños crecen, estas estrategias de control se solidifican y se convierten en una parte integral de su personalidad. El falso yo, construido a partir de estas defensas, se presenta como una máscara de control y perfección. Esta máscara no solo protege al individuo de posibles traiciones y decepciones, sino que también le proporciona una sensación de poder y previsibilidad en un mundo que perciben como amenazante e impredecible.
Mecanismos de Control en la Vida Adulta
Las personas controladoras suelen desarrollar habilidades muy específicas para mantener este control. Una mente rápida y alerta les permite anticipar posibles problemas y mentiras, manteniéndose en un constante estado de vigilancia. Este complejo de adivino, donde creen saber lo que otros piensan o sienten, refuerza su necesidad de controlar cada situación.
Sin embargo, esta constante necesidad de control puede llevar a comportamientos paranoicos y desconfianza crónica. Las personas controladoras interpretan cualquier desviación de sus expectativas como una amenaza, lo que les impide relajarse y disfrutar de la espontaneidad de la vida y las relaciones.
La Relación con los Demás
En las relaciones, las personas controladoras pueden ser percibidas como protectoras y organizadas, pero también pueden ser vistas como manipuladoras y dominantes. La necesidad de que todo se haga a su manera puede crear tensiones y conflictos con aquellos que tienen una manera diferente de abordar la vida. Este comportamiento puede ser especialmente difícil para las personas con una personalidad más flexible o necesitada de afecto, ya que pueden sentirse sofocadas y controladas.
¿Qué hacer?
Para las personas controladoras, el primer paso hacia la sanación es reconocer que esta necesidad de control proviene de heridas emocionales no resueltas. Trabajar en la aceptación de la vulnerabilidad y en la sanación de estas heridas puede permitirles desarrollar una mayor confianza en sí mismos y en los demás. Es esencial que aprendan a confiar en su yo adulto, capaz de manejar las incertidumbres de la vida sin recurrir a mecanismos de control excesivos.
La terapia puede ser una herramienta invaluable en este proceso, proporcionando un espacio seguro para explorar estas heridas y desarrollar nuevas formas de relacionarse con el mundo. Al dejar ir el falso yo y permitir que el verdadero yo emerja, estas personas pueden experimentar una vida más libre y auténtica, llena de relaciones más genuinas y satisfactorias.
Conclusión
La necesidad de control en las personas controladoras tiene sus raíces en las experiencias y traumas de la infancia. Comprender esta conexión y trabajar en la sanación de estas heridas es crucial para permitir que el verdadero yo emerja y florezca. En mi práctica psicológica, apoyo a mis clientes en este viaje de autodescubrimiento y transformación, ayudándoles a vivir una vida más plena y auténtica.
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