Sí, es una bandera roja porque es un síntoma que nos advierte de algo a tratar.
Una crisis o ataque de ansiedad o pánico, sucede de repente, de forma breve pero intensa y puede llegar a paralizarnos. Notas una presión en el pecho y que te falta el aire, el corazón se acelera, te cuesta respirar, sudor, mareo, hormigueo, temblores, entumecimiento y lo ves todo borroso, como irreal.
Nos puede pasar a cualquiera, aunque es más probable en personas con perfil ansioso o personalidad más rígida. Intervienen muchas variables, pero es evidente que gestionar todos los estímulos de hoy en día no es fácil para nuestro organismo.
¿Qué lo desencadena?
Puede ser un pensamiento, una sensación, un ruido, un olor y se puede desencadenar en cualquier momento, incluso en situaciones de calma. Normalmente, en ese momento no lo conectamos con nada.
Nos encontramos en muchas circunstancias de desequilibrio y conflicto entre nuestras emociones y nuestro cuerpo, no atendiendo nuestro yo interno porque estamos constantemente viviendo en lo externo.
Después se suele desarrollar el miedo al miedo, es decir, el miedo a que nos vuelva a suceder, siendo el disparador las mismas sensaciones o síntomas. ¿Miedo a qué? Miedo a volverse loc@, a perder el control, a morir. Es decir, es una ansiedad anticipatoria.
¿Qué hacer?
Lo normal es que intentemos evitar estas situaciones, desarrollando conductas y rituales, pero evitar no es la solución ya que así nuestra mente va a creer que el peligro es real cuando no lo es.
Nos puede ayudar:
- Respirar lentamente, y no hacer respiraciones profundas, estar pendiente de cómo respiramos nos ayuda a conectar con el aquí y ahora, que es lo real.
- Abrir el foco, mirando que todo está bien, que no hay ningún peligro.
- Notar y decirnos lo que nos está sucediendo: me noto la respiración acelerada, que el corazón va deprisa, que estoy sudando, etc. Miramos a nuestro cuerpo e intentamos normalizar lo que estamos sintiendo. Son solo sensaciones que suben y bajan en unos minutos.
- Recordar que esas sensaciones vienen y se van, y que ya nos ha pasado antes y no nos ha pasado nada, decirnos que “esto va a pasar” nos ayuda.
Si las crisis se repiten, será necesario valorar un tratamiento terapéutico ya que pueden llegar a ser muy invalidantes en nuestras rutinas.
Por otro lado, la medicación puede ser un apoyo puntual pero no es la solución y es recomendable un trabajo terapéutico para llegar al origen del problema.